Errores comunes en la alimentación adulta: lo que sabías… ya no vale

Cumplir 40 no es lo mismo que cumplir 20. Ni en energía, ni en horarios… ¡ni en alimentación! Y, sin embargo, muchas personas siguen comiendo como si nada hubiera cambiado. Luego puede llegar el cansancio, el aumento de peso, los problemas digestivos, y nos preguntamos qué estamos haciendo mal. 

No se trata de hacer dietas estrictas ni de renunciar al placer de comer, sino de entender qué está pasando en nuestro cuerpo y cómo podemos acompañarlo con hábitos más conscientes. Aquí van algunos errores comunes (y muy normales) que puedes empezar a corregir con gestos sencillos. 

Cambios a hacer sí o sí en la alimentación de adultos 

Aunque cada persona es un mundo y lo mejor es hacer recomendaciones individualizadas, hay algunos consejos de nutrición que casi todos los mayores de 40 pueden empezar a aplicar. 

Error 1: Comer igual que a los 20 (cuando el metabolismo ya no es el mismo) 

Una realidad que cuesta aceptar: el metabolismo se ralentiza con los años. A partir de los 40, el cuerpo necesita menos energía para hacer lo mismo, y eso significa que, si comemos igual que antes, es muy probable que ganemos peso sin darnos cuenta. 

No hablamos de contar calorías como si fuera una ciencia exacta, sino de ajustar un poco las cantidades, reducir el picoteo innecesario y, sobre todo, hacer elecciones más equilibradas. Un buen truco: prestar atención al hambre real, no comer por costumbre. 

Y si en casa tienes niños o adolescentes, recuerda: ellos necesitan más energía que tú. Están en pleno crecimiento, y su cuerpo quema mucho más rápido. Compartir mesa, sí. Compartir raciones, no siempre. 

Error 2: Dejar de lado la fibra (cuando más la necesitas) 

A partir de cierta edad, la digestión puede volverse más lenta, y el tránsito intestinal más perezoso. Aquí es donde la fibra se vuelve una gran aliada. Ayuda a regular, a dar saciedad y a cuidar la salud cardiovascular. 

Incluir más fibra no requiere una revolución: puedes añadir legumbres a tus ensaladas, cambiar el pan blanco por integral, comer fruta con piel o elegir productos ricos en avena o cereales integrales. Cada pequeño cambio suma. 

Error 3: No priorizar alimentos frescos y vegetales 

Muchos adultos mantienen rutinas donde los vegetales apenas aparecen. Sin embargo, a partir de los 40, aumentarlos es casi obligatorio si quieres cuidar tu digestión, tu energía y tu peso. 

Una regla útil: procura que la mitad del plato sean verduras. No tiene por qué ser aburrido. Puedes jugar con sopas frías, salteados, cremas, asados… Comer más verde también puede ser sabroso. 

Error 4: Cenar tarde y demasiado 

¿Te ha pasado alguna vez que cenas fuerte y luego duermes mal? No es casualidad. Las cenas copiosas, sobre todo si son a última hora, hacen que el cuerpo trabaje más justo cuando debería estar descansando. Resultado: digestiones pesadas, mal sueño y sensación de hinchazón al despertar. 

La clave está en adelantar la hora y aligerar el contenido: una crema de verduras, un pescado al vapor, una tortilla con vegetales… Son opciones sencillas que ayudan a dormir mejor y a que el cuerpo pueda hacer su “mantenimiento nocturno”. 

Error 5: No cuidar la proteína (y el músculo se resiente) 

Con los años, tendemos a perder masa muscular si no la protegemos. Y eso pasa factura: menos fuerza, más fatiga, más riesgo de lesiones. Para evitarlo, hay que moverse (sí), pero también comer suficiente proteína. 

¿Dónde encontrarla? En legumbres, huevos, lácteos, frutos secos, carnes magras o pescado. La idea es repartirla a lo largo del día, no concentrarla solo en una comida. 

Error 6: Olvidar el calcio y la vitamina D, sobre todo en mujeres 

La salud ósea es un tema serio en la madurez, sobre todo en mujeres que empiezan la etapa de la perimenopausia. El cuerpo cambia, las hormonas también, y mantener unos huesos fuertes se vuelve prioritario. 

Además de los lácteos, hay otras fuentes útiles: pescados pequeños como las sardinas, almendras, tofu o vegetales de hoja verde. Y no olvides la vitamina D, que depende en parte del sol. Un paseo diario puede ser más útil de lo que parece. 

Error 7: No hidratarse lo suficiente 

La sensación de sed va disminuyendo con los años, pero la necesidad de agua sigue intacta. Muchas veces confundimos hambre con sed o pasamos el día sin beber un solo vaso. 

Beber agua, infusiones sin azúcar o caldos suaves entre horas ayuda a mantener el cuerpo activo, la digestión fluida y la mente más despejada. 

Error 8: No reducir el consumo de sal 

La sal no solo está en el salero. Aparece en panes, embutidos, quesos, conservas… Y a partir de los 40, el exceso puede disparar la tensión arterial sin que nos demos cuenta. 

No hace falta eliminarla, pero sí vigilarla. Cocinar con menos sal y usar hierbas, especias o limón puede cambiar el sabor sin añadir riesgo. 

Hombres y mujeres: necesidades diferentes 

Aunque algunos consejos son universales, también hay matices según el sexo. 

En mujeres, la perimenopausia trae consigo cambios hormonales que pueden alterar el metabolismo, el estado de ánimo y la forma de almacenar grasa. Aquí, la fibra, el calcio y las proteínas se convierten en pilares. 

En hombres, el foco está más en la masa muscular y el control de la grasa abdominal. Incluir proteína de calidad y mantenerse activos es clave para prevenir problemas metabólicos y cardiovasculares. 

¿Y por dónde empiezo? 

No hace falta cambiarlo todo de golpe. Puedes empezar por mejorar tus cenas, beber más agua, revisar lo que compras y probar alternativas. 

¿Y qué galletas serían las que van más en línea con estas recomendaciones? En Gullón tenemos gamas pensadas para personas que quieren cuidarse sin complicarse: 

  • Galletas con avena y cereales integrales, que aportan fibra en cantidad superior a otras variedades. Puedes ver todas las galletas integrales y con fibra aquí. 
  • Opciones sin azúcares o sin azúcares añadidos, ideales si estás reduciendo el azúcar sin renunciar al sabor. Descubre toda la gama Zero y escoge tus favoritas, ¡tienes muchas donde elegir! 

Alimentarse bien no es cuestión de edad, sino de actitud 

Recuerda: los 40 no son los 20, pero puedes estar mejor que nunca si te cuidas con cabeza. 

Cambiar no significa renunciar. Es aprender a comer con el cuerpo que tienes hoy, no con el que tenías hace veinte años. Y cuando lo haces bien, se nota: en cómo duermes, en cómo te mueves, en cómo te sientes. 

Nunca es tarde para empezar, y tu cuerpo lo va a agradecer. 

 

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