¡Empieza el cole!: claves para equilibrar el menú del comedor con las cenas en casa

Cuando arranca el curso, muchas familias se preguntan cómo completar en casa lo que comen los peques en el colegio. Equilibrar el menú del comedor con las cenas en casa no es nada fácil, por esto la última comida del día debe ser sencilla, ligera, nutritiva y especialmente variada. 

Cómo equilibrar el menú del comedor con las cenas en casa 

Comprobar el menú del colegio 

El primer paso para organizar las cenas en casa es revisar con detalle el menú que ofrece el colegio. La mayoría de centros educativos facilitan un calendario mensual en el que figuran los platos principales, guarniciones y postres.  

Dedicar unos minutos a consultarlo ayuda a evitar duplicidades. Por ejemplo, si al mediodía los niños han comido pasta con salsa de tomate, lo más recomendable es que la cena no vuelva a incluir hidratos de carbono en exceso, sino que se apueste por verduras, proteínas magras o sopas ligeras. 

Además, el menú escolar suele estar adaptado a las recomendaciones nutricionales oficiales, lo que significa que incluirá legumbres varias veces a la semana, pescado al menos dos veces y una cantidad moderada de carne. Tener en cuenta esta estructura permite a los padres compensar las cenas con aquellos alimentos que no hayan aparecido durante el día. 

Evitar repeticiones y fomentar la variedad 

La repetición de alimentos puede ser un problema frecuente. Los niños pueden llegar a consumir dos veces en el mismo día carne roja o fritos si no existe coordinación entre comedor y hogar. Para prevenirlo, lo ideal es planificar un esquema o calendario semanal de cenas que se complemente con lo que comen en la escuela. 

Una estrategia práctica es establecer categorías de cenas: una noche pescado, otra legumbres, otra cena huevos, otra ensaladas completas y finalmente otra platos de cuchara ligeros. De este modo, garantizamos la rotación de nutrientes y reducimos la monotonía. Además, los niños descubren nuevos sabores y texturas, algo clave en el desarrollo de hábitos alimentarios saludables. 

La cena como momento de equilibrio y calma 

La cena no solo debe cumplir una función nutricional, sino también emocional y social. Después de un día de colegio, deberes y actividades, la mesa familiar representa un momento de encuentro y tranquilidad. Por ello, se recomienda que la cena no sea pesada, para favorecer un buen descanso nocturno, pero que tampoco se reduzca a una comida insuficiente. 

Un ejemplo de cena equilibrada podría ser una crema de calabacín con picatostes, una tortilla francesa con ensalada de tomate y una pieza de fruta. Ligera, completa y distinta del menú escolar. Otra opción es preparar salmón al horno con verduras y un yogur natural de postre. Lo fundamental es que la cena se adapte a las necesidades del niño sin sobrecargarlo de calorías innecesarias. 

La planificación semanal como aliada 

La improvisación suele jugar en contra del equilibrio alimentario. Cuando no se planifica, es más fácil recurrir a comidas rápidas, precocinadas o con exceso de grasas y sal. En cambio, organizar un menú semanal de cenas teniendo a la vista el calendario escolar facilita mucho la tarea. 

Los expertos en nutrición recomiendan que la planificación sea flexible pero que incluya la compra anticipada de frutas, verduras frescas, pescado y legumbres. De este modo, siempre habrá opciones saludables en casa, y se evitará el recurso de última hora a platos menos equilibrados. 

Meriendas saludables a diario 

Además de las cenas, las meriendas son importantes porque es cuando el niño sale del colegio y suele tener mucha hambre. Olvidemos los bollos y los procesados (limitémoslos a una o dos porciones a la semana) para centrarnos en alimentos igual de ricos y sabrosos, pero más sanos. 

Algunas ideas a incorporar:  

Parfait de galletas Digestive con yogur y frutas, bolitas de galleta Hookies mini cereales y queso con chocolate sin lactosa o tarta de queso con Creme Tropical 

El papel de las instituciones en la alimentación escolar 

La Comisión Europea, a través de su programa sobre alimentación y hábitos saludables en la infancia, destaca que la dieta escolar debe servir como referencia para el aprendizaje nutricional y la prevención de la obesidad infantil. Según sus informes, la clave está en que el comedor no funcione de manera aislada, sino que se complemente con la educación alimentaria en casa. Esto implica que padres y colegios trabajen en conjunto para ofrecer una dieta equilibrada a lo largo del día. 

De este modo, las cenas se convierten en la oportunidad perfecta para reforzar lo aprendido en la escuela: probar más frutas, comer pescado variado o introducir nuevas formas de cocinar las verduras. Así, los niños no solo reciben los nutrientes adecuados, sino que también desarrollan una relación positiva con la comida. 

Equilibrio y educación a partes iguales 

Equilibrar el menú del comedor con las cenas en casa no es una tarea complicada si se sigue un principio básico: complementar, no repetir. Revisar el menú escolar, planificar con antelación y apostar por la variedad son pasos clave para lograr cenas nutritivas y ligeras. Además, este proceso no solo cubre necesidades alimentarias, sino que también educa a los niños en hábitos que influyen en su salud futura. 

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