Con la llegada del invierno, los hábitos alimenticios tienden a cambiar, buscando platos más reconfortantes, calientes y nutritivos que nos ayuden a sobrellevar las bajas temperaturas. Las frutas y verduras de temporada cobran protagonismo en estas fechas, no solo porque son más económicas, sino también porque aportan los nutrientes específicos que el cuerpo necesita en los meses fríos: vitaminas que fortalecen el sistema inmunitario, minerales que ayudan a mantener la energía y fibras que favorecen la digestión. Te damos idea de cocina de temporada para comer en invierno.
Alimentos de temporada: qué comer en invierno
¿Por qué comer productos de temporada?
No es solo una cuestión de tradición, sino de lógica nutricional. En invierno, el organismo necesita alimentos que aporten energía, refuercen las defensas y ayuden a mantener una temperatura corporal estable. Las verduras como las coles, la calabaza o las acelgas destacan por su aporte en fibra y antioxidantes, mientras que las frutas cítricas, como naranjas, mandarinas y pomelos, son una fuente natural de vitamina C, esencial para la prevención de resfriados.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una alimentación rica en frutas y verduras frescas es clave para prevenir enfermedades crónicas y fortalecer el sistema inmunológico, especialmente en los meses de mayor incidencia de gripe y resfriados. Además, cuando apostamos por los productos de temporada, los consumidores acceden a alimentos en su punto óptimo de maduración, lo que garantiza un sabor más intenso y una mayor concentración de nutrientes.
Calabaza y boniato: dos alimentos de invierno
La calabaza y el boniato son dos de los ingredientes más versátiles de la cocina de invierno. Con ellos se pueden preparar desde cremas suaves y reconfortantes hasta guarniciones al horno o incluso postres. Su dulzor natural permite reducir el uso de azúcares añadidos en recetas dulces, y su textura cremosa aporta cuerpo a sopas y purés.
Una crema de calabaza con un toque de jengibre, por ejemplo, no solo calienta el cuerpo en los días fríos, sino que también ayuda a la digestión gracias a las propiedades antiinflamatorias de esta especia. Por su parte, los boniatos asados en el horno, como alimento de invierno, acompañados de hierbas aromáticas, se convierten en un snack saludable o en un acompañamiento perfecto para carnes y pescados.
Las legumbres, el clásico de todas las temporadas
Cuando hablamos de invierno, inevitablemente pensamos en guisos de legumbres. Lentejas, garbanzos y alubias son protagonistas de la cocina mediterránea y destacan por su gran aporte de proteínas vegetales, fibra y minerales como el hierro o el magnesio.
Son, además, alimentos de temporada, económicos y fáciles de conservar, lo que los convierte en aliados perfectos para quienes buscan cuidar su dieta sin gastar demasiado.
El Centro de Información Nutricional de la Fundación Española de la Nutrición (FEN) señala que incluir legumbres en la dieta al menos tres veces por semana ayuda a mantener una alimentación equilibrada y variada. Una opción sencilla es preparar lentejas con verduras de temporada o un hummus casero con garbanzos, perfecto para untar con pan integral o acompañar verduras crudas.
Cítricos para reforzar las defensas durante invierno
En los meses de más frío, los cítricos se convierten en los grandes protagonistas de la fruta fresca. Mandarinas, naranjas, limones y pomelos aportan una dosis esencial de vitamina C, que contribuye al correcto funcionamiento del sistema inmunitario. Además, estas frutas son muy versátiles: pueden consumirse solas, en zumos naturales o como complemento en ensaladas, postres y salsas.
Un ejemplo fácil es preparar una ensalada de invierno con hojas verdes, granada, nueces y gajos de naranja. Este plato combina vitaminas, antioxidantes y grasas saludables, ofreciendo un equilibrio perfecto entre nutrición y sabor.
Cocinar alimentos de invierno con sencillez y creatividad
En estos meses se suele experimentar con especias y hierbas que aportan calidez a los platos. Ingredientes como la canela, el clavo, la nuez moscada o el tomillo ayudan a potenciar los sabores y aportan beneficios digestivos. Cocinar con creatividad no exige complicación: una sopa de verduras con especias o un estofado de legumbres puede convertirse en una experiencia reconfortante y nutritiva.
Asimismo, aprovechar las sobras de una comida para elaborar otra es una estrategia práctica y sostenible. Por ejemplo, el puré de calabaza sobrante puede transformarse en la base de una salsa para pasta, mientras que las legumbres cocidas pueden emplearse en ensaladas templadas.










